Nos los dieron paulatinamente, de una a dos noches por vez, y después se tenían que volver, una tortura. Para todos". Paralelamente al expediente del servicio de niñez, se abrió una causa policial. En un celular que habían secuestrado, se veía un video familiar de un cumpleaños de Dominic. En la mesa, mientras se preparaban la torta con las velitas para soplar, Juan tomaba las mejillas de su hijo y mirando a cámara decía: "Mirá qué lindos cachetes que tiene tu hijo, mamá", en perfecto español y lo besaba. "Eso fue interpretado, ridículamente, como violencia y abuso físico. Por suerte, fue desestimado", agrega Juan. "Pero evidencia la locura de esta gente". Fuera del paísNi bien recuperaron a Dominic y Alexandra, Lana y Juan decidieron sacarlos de Noruega.
Dominic se rebeló y dijo que no quería estudiar mas ruso. Lana y Juan se pusieron firmes y le contestaron que no había discusión, que era necesario por razones familiares. El chico amenazó, enojado, con acudir a los servicios de protección a la infancia y su mamá le respondió: "Hacé lo que quieras". Una discusión que en otro lugar del mundo no habría tenido consecuencias, se transformó en una tragedia. "Pega como Hulk"Entonces, Dominic le dijo a su maestra que en su casa le pegaban, por lo menos tres veces a la semana. "La docente hizo la denuncia de inmediato. Si hubiera sido la profesora anterior, que conocía a Dominic y a nuestra familia desde hacía varios años, esto no habría pasado.
Trabajar en NoruegaFoto: Ilja C. Hendel Vivir y trabajar en Noruega es algo atractivo. Noruega lleva varios años ocupando el primer puesto entre los países del Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Los trabajadores asalariados gozan de un alto grado de igualdad de género y de buen equilibrio entre la vida laboral y el tiempo de ocio. El sector empresarial noruego es tecnológicamente avanzado y utiliza rápidamente las nuevas tecnologías. La tradición que favorece la innovación remonta sus raíces a tiempo atrás.
Nosotros no le pusimos nunca una mano encima a nuestros hijos", aclara. "La dirección de la escuela contactó al Servicio de Protección Infantil del gobierno noruego (Barnevernet) y ellos hablaron con nuestro hijo mayor. Como él negó que fuera verdad lo que decía su hermano, no se lo llevaron, pero sí a Dominic y a la nena menor. Sin siquiera entrevistarnos, nos quitaron a nuestros hijos a pesar de que Daniel decía que la acusación de su hermano no era real. Los colocaron en la casa de una pareja que no conocíamos y no nos dijeron nunca dónde quedaba la casa, que tenía una ubicación secreta", acusa Juan.
Pero la intervención de una institución estatal cuestionada transformó rápidamente el paraíso nórdico en un infierno. La desgracia golpeó a la puerta cuando Dominic, entonces de 10 años, se hizo amigo de un compañero de su escuela que estaba institucionalizado en un hogar. Cuando Dominic lo visitaba, percibía que no había reglas estrictas. "En casa, se cena y a las 9 se van a la cama. Allí, no había límites. Comían y dormían y se bañaban cuando querían y pasaban mucho tiempo jugando a la play. El chico no tenía culpa alguna, pero mi hijo empezó a pensar que estaría más cómodo en un sitio como ése", reflexiona Juan.
Un paraíso nórdicoViven en Oslo, en un barrio similar a Palermo, pero a 100 metros del mar y a 15 minutos de un centro de esquí. Juan Pablo ama los deportes y sus chicos heredaron esa pasión: practican esquí de fondo y alpino, hockey, handball, fútbol, danza y patinaje sobre hielo. "Aquí, terminamos de trabajar muy temprano y tenemos mucho tiempo libre para dedicarnos a otras cosas. Llevo a mis hijos y a sus amigos a andar en bicicleta en el bosque, por ejemplo.
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brreg. no En Noruega existen cerca de 170 profesiones cuya práctica está regulada por ley (como por ejemplo: profesionales de la salud, arquitectos, operadores de grúas, instaladores de TV por cable, marineros, docentes, abogados, veterinarios, contadores, etc. ) y para ejercerlas se necesita contar con una matrícula o autorización especial.
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"Ese no era mi hijo. Es extrovertido, tiene entrenadores, directores, profesores, y con todos habla, se ríe, grita", opone Juan. Lana y Juan Pablo podían tener contacto con los chicos dos horas por semana en presencia de dos funcionarios que les prohibían hablar del tema con sus hijos y llorar durante la reunión o cuando se despedían.
Me la paso llevándolos y trayéndolos de todos lados. Somos una familia muy activa, conocida en el barrio", dice Juan. La intervención de una institución estatal cuestionada transformó rápidamente el paraíso nórdico en un infierno. Los tres hermanos adoran la música y el teatro. Forman parte del Coro de Niños de la Ópera de Oslo. Actuaron en la Flauta Mágica, la Boheme y la Traviata, pero también en óperas infantiles donde hicieron algunos solos. Fueron parte del elenco de exitosas comedias musicales. "Como se respetan mucho los derechos de los chicos que trabajan, en Los Miserables había cinco Cosette y dos Gavroche, y Daniel y Dominic hicieron esos papeles", se enorgullece su padre, que asegura que los intereses culturales de los chicos están promovidos por Lana, su mamá.
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"Mis hijos estaban en manos de desconocidos", sentencia. "Yo no sabía si no se trataba de pedófilos, qué podía pasarles". A Juan se le ocurrían los peores escenarios. "Cualquier persona con dos dedos de frente habría sabido que había algo que no cerraba. Dominic nunca había ido a clase marcado, ni dolorido y eso era muy raro. Se lo llevaron a él que tenía 10, pero también a su hermanita Alexandra de 5, que sufría mucho y decía que quería volver", se indigna. En el Barnevernet buscaba razones para justificar la medida extrema e intempestiva que habían tomado.
Un argentino es una de las víctimas de la práctica cuestionada: retirar hijos e hijas menores a las familias injustificadamente, principalmente cuando se trata de inmigrantes. // Huérfanos del femicidio: una ley que termine con la angustia de chicos y abuelosJuan G. tiene 50 años pero aparenta muchos menos. Decidió radicarse en Noruega después de conocer a su mujer Lana, en Marbella y de hacer con ella un largo viaje por la Argentina y Latinoamérica. La pareja tuvo tres hijos: Daniel, que ahora tiene 14 años, Dominic, de 11, y Alexandra, de 6. Los dos mayores nacieron en Alemania, donde residen los padres de Lana, que tienen como ella, nacionalidad rusa. Los protagonistas adultos de esta historia creen que pueden sufrir represalias.
"Nos amenazaban con que si no cumplíamos las reglas no nos iban a dejar ver más a los chicos. Eran como nazis. Mi mujer iba con anteojos negros para que no la vieran con los ojos enrojecidos del llanto. Una vez, no los vimos durante dos semanas completas". ¿ Te olvidaste de mandarle la vianda? ¿Llegó el nene al colegio un poco sucio o sin campera? Te pueden sacar a tu hijo. Se vieron obligados a recibir a dos señoras, aparentemente puericultoras, que observaban su comportamiento en su propio hogar. "Imaginate mi mujer.
Para verificar si su profesión se halla dentro de este grupo, puede consultar el sitio de NOKUT, la institución noruega que se ocupa de la evaluación y reconocimiento de la capacitación adquirida en el extranjero: Para ver la lista de profesiones reguladas haga clic aquí y en el siguente enlace encontrará información específica para trabajadores. Información sobre el mercado laboral en Noruega.
Los llevaron a a Alemania, a vivir con los abuelos maternos. "Por suerte, mi suegra y mi suegro tienen 65 años, son jóvenes y están encantados de recibir a los chicos. Ya están empezando con sus actividades y la madre y yo viajamos y nos quedamos diez o doce días cada uno con ellos. Les cambiamos a dirección a Alemania para protegerlos de cualquier medida que quieran tomar desde el Barnevernet ", se adelanta. La persecución no cesó.
Había criado tres hijos fantásticos y venían estas mujeres a explicarle cómo tenía que proceder", agrega. Lana había gritado y se había desplomado cuando le arrancaron a Alexandra y a partir de entonces, no probó bocado. Se negaba a ingerir cualquier cosa que no fuera té y no se levantaba del sofá ni siquiera para bañarse. Llegó a pesar 38 kilos. Juan estaba desesperado. Solo pudo convencerla de que por ese camino, iba a agregar un argumento a los que podían encontrar los funcionarios de infancia para no reintegrarles jamás a sus hijos. Los estudios ambientales que hizo el Barnevernet pusieron en evidencia que no había razón para quitarles a los chicos No fumaban, no se drogaban, llevaban una vida ordenada y sana y no era violentos. "Pero entonces nos dijeron que teníamos que esperar, porque los padres provisorios que los habían acogido necesitaban tiempo para despedirse. ¿Te das cuenta? Nos arrancaron de un minuto al otro a nuestros propios hijos y ahora teníamos que hacer una transición para darle tiempo a la pareja a la que se los habían dado.
Dominic le dijo a su maestra que le pegábamos tres veces por semana y la docente hizo la denuncia de inmediato, pero no era verdad. "La presionaron tanto haciéndole preguntas, diciendo 'A nosotros, los niños nos cuentan todo y nos encanta porque somos amigos de ellos' que ella terminó diciendo que yo era "como Hulk" tenía mucha fuerza y pegaba por todos lados. Malinterpretaban todo, nosotros veíamos juntos dibujos animados de Marvel y ella se refería a eso. Pero cualquier cosa que dijéramos, la tergiversaban", apunta Juan Pablo. "Les dimos autorización para que se conectaran con profesores, con el médico histórico de los chicos, pero nunca lo hicieron". Los peritajes psicológicos a Dominic hechos por especialistas del Barnevernet describían una personalidad totalmente opuesta a la que tenía: un chico tímido, temeroso, introvertido, con dificultad para conectarse con adultos.
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